Si, la escuela ha cambiado

Si, la escuela ha cambiado.
Por Valeria Dupey.

Antes, la escuela era una escuela donde los maestros tenían prestigio y respeto porque eran los encargados de educar a los niños en su plena edad de desarrollo. Eran los encargados de trasmitir la cultura a las nuevas generaciones. En la mayoría de las clases, los maestros podían enseñar a los niños de una forma ordenada. En esa escuela, los padres mantenían una alianza de cooperación con los docentes y el conocimiento no era cuestionado. En ese momento, no había duda sobre la legitimidad de la escuela, el para qué mandar a los chicos a la escuela no se ponía en duda. Se creía en la misión de la escuela como garante del aprendizaje tanto de valores como de conocimiento útiles para la vida en sociedad.

Sin embargo, hoy la escuela ha cambiado. Por diferentes medios y anécdotas de colegas conocemos que a los maestros cada vez más les cuesta ser respetado tanto por padres como por los chicos. En la mayoría de las clases, reina el desorden y se hace difícil la tarea de enseñar. Con las nuevas tecnologías, el conocimiento del docente es cuestionado y el propio docente se siente cuestionado. Hoy no se sabe con seguridad para qué sirve la escuela, muchos se preguntan ¿para qué enviar a los chicos a la escuela? Se ha perdido la confianza en la escuela como garante de la formación de los chicos para la sociedad. ¿Qué pasó para que cambiara tanto?


Viviana Minzi, especialista en Comunicación y Educación, menciona alguno de las factores que influyeron en este cambio. El avance de las políticas neoliberales y el proceso de globalización económica, según Minzi, implicaron una reorganización entre las fuerzas del Estado y del mercado. En esta lucha de fuerzas, el Estado se sometió a las peticiones del mercado. Durante la década de los 90, esto conllevó a que los Estados tuvieran que modificar algunas estrategias tanto políticas como económicas. Una de estas modificaciones más significativas fue el avance de la privatización en áreas que siempre habían sido públicas, como la previsión social, la salud y la educación. La expansión del mercado en aquello que siempre había sido público inevitablemente fue acompañado por cambios culturales. Aparecieron nuevas formas de nombrar, comprender y pensar el mundo, en especial, lo público. Este cambio cultural afectó a la escuela, especialmente la pública, disputando con su rol histórico como integradora de los niños en la sociedad.

Tradicionalmente, el proceso de socialización infantil se basaba en la alianza entre la familia y la escuela, pero actualmente el proceso de socialización comienza mucho antes de que el niño ingrese a la escuela. Cuando un niño comienza la escolarización, ya lleva varios años en contacto con el mercado. Esta relación temprana con el mercado modifica la tradicional socialización donde la escuela era un eslabón entre la familia y la inserción de un individuo a la sociedad. Hoy la escuela y la familia compiten con el mercado en la inserción de los niños en la sociedad. La disputa está en insertarlos en la sociedad como ciudadanos, como tradicionalmente formaba la escuela, o como consumidores, que es lo que ofrece el mercado.

Con el debilitamiento del Estado, también se debilitaron otras instituciones, como los partidos políticos. Los partidos políticos también son un espacio donde los jóvenes encuentran y construyen su identidad. Este debilitamiento o pérdida de legitimidad ha generado desinterés de los jóvenes por la política, fundamental para la formación como ciudadanos. También la cultura del trabajo se ha debilitado por el creciente desempleo generado por políticas neoliberales y por las modificaciones en las condiciones de producción, que han pasado de ser locales a globales. Estas políticas han dejan librado a la suerte a la mayoría de las personas que no lograron encontrar su lugar en el mercado del trabajo.

Antes la identidad de los jóvenes se basaba en su pertenencia a un Estado o a un partido político o tener un trabajo, soy argentino, peronista y obrero, por lo tanto tengo tales derechos, pero hoy la identidad de los jóvenes se basa en el consumo de determinados bienes especialmente culturales, qué zapatillas tienen, qué música escuchan, qué comida comen, qué ropa usan, etc. Entonces, aquello que definía la identidad de los jóvenes también ha cambiado.

Rossana Reguillo Cruz, especialista e investigadora social colombiana, señala que la frecuencia, el consumo y el acceso a ciertos productos culturales es una de las condiciones en las cuales los jóvenes hoy en día construye su identidad. Esta autora señala que este pasaje de las instituciones más formales, como la familia y la escuela, a la cultura como lugar de integración social se debe muy probablemente a la posibilidades que los bienes culturales de ser activos, donde el joven ya no se encuentran limitado por categorías y normas, sino que son libres de producir, de elegir y ser reconocido por sus pares.

¿Cuál es el problema que la cultura sea el lugar de integración y de construcción de identidad de los jóvenes? El problema es que esta cultura es de mercado y globalizada, es una cultura del consumismo y nada tiene que ver con el ciudadano. Zygmunt Bauman, un reconocido sociólogo polaco, explica que se ha pasado del consumo al consumismo. El consumo se ha tornado particularmente importante, por no decir central, en la vida de la mayoría de las personas, “el propósito mismo de su existencia.” En especial, Viviana Minzi, señala que la infancia se ha convertido en el nuevo segmento a capturar por el mercado, “la instauración de un entorno de productos consumibles y la legitimación social de la idea de niño como cliente.” Esta búsqueda del niño como “nuevo consumidor” puede verse en la creación de nuevos productos culturales como por ejemplo “Violetta” y todo el mercado creado a su alrededor: vinchas, posters, remeras, polleras, cd’s, juguetes, mochilas, etc. Jesús Martín Barbero, experto en Cultura y Comunicación, observa que la mayoría de las personas habitan un espacio y tiempo dislocado, hay una pérdida en la referencia del tiempo y del espacio local por efecto de una lógica global que se distancia de lo local. Por eso, en los nuevos programas, productos culturales, para jóvenes como Violetta no existe una identificación clara acerca del espacio, territorio, ni un tiempo en donde ocurren las historias, como si esas historias ocurrieran en un espacio atemporal.

A pesar de este debilitamiento de los Estados y la expansión del mercado, a partir del 2003, hemos sido testigo de la revitalización de los Estados Nacionales, por lo menos en América Latina. Con el objetivo de devolverle al Estado un rol protagónico en varios aspectos, entre ellos en la educación, el Estado Argentino ha modificado tanto politica como economicamente su relación con la Escuela. Se ha producido una reestructuración en la legislación educativa, una de estas reglamentaciones fue la creación de los canales educativos y culturales Encuentro, Paka Paka, e INCAA TV. Esto puede considerar como una herramienta que permite al Estado luchar contra los medios de comunicación basados sólo en el interés económico. Entre los programas creados para el público infantil y juvenil, podemos observar la película “Caídos del Mapa.”
“Caídos del Mapa” es una novela infantil escrita por María Inés Falconi. Es una saga de 10 libros destinada al público adolescente que narra la historia de unos niños pre adolescentes mientras van creciendo. En 2013 fue llevada al cine producida con el apoyo de INCAA. La película incluye lo relacionado con el universo de los niños, la amistad, la aventura, el humor y la imaginación. Es interesante señalar que recupera el espacio de la escuela pública como lugar de aprendizaje y también el lugar donde transcurren la vida los jóvenes. Además, es una escuela como la actual con problemas habituales como la pérdida de agua en uno de los baños y que para poder refaccionarlo debe acudir a la cooperadora. Uno de los factores del éxito es que los jóvenes se sienten identificados porque lo que sucede en las historias, son cosas que les pasan también a ellos: enamorarse, tener amigos, los cambios en las relaciones, deseos, confusiones, peleas, temores, la expectativa por el viaje de egresados, las broncas, etc. Es una novela realista con personajes creíbles, reales que piensa a los jóvenes como sujetos de derecho y no como meros consumidores. Los personajes representan a chicos, con emociones de niños, y no son niños que imitan a adultos.

Creemos que es importante rescatar este tipo de programas, productos culturales, destinados a los jóvenes que resaltan un espacio y tiempo concreto para que los jóvenes puedan identificarse con realidad más cercanas y no idílicas como las que producen los mercados. Igualmente es preciso reflexionar sobre las representaciones y estereotipos que también se hacen presente.

Concluyendo, si, la escuela ha cambiado. La escuela no puede ser lo que antes eran porque la sociedad ha cambiado y sus integrantes, los jóvenes también han cambiado. Es importante reconocer estos  cambios y apropiarse de ellos para dar una respuesta más adecuada a los nuevos problemas. Creemos que la cultura es un lugar esencial para la identificación de los jóvenes, donde el reconocimiento se hace posible. Por eso es necesario reflexionar junto a ellos sobre aquello que circula en los medios y cuáles son los intereses que se encuentran detrás de cada producto cultural que consumen para que puedan construirse como sujetos autónomos.

Bibliografía: